De traiciones y triunfos morales

De traiciones y triunfos morales

De traiciones y triunfos morales

En 1999, de vuelta en Chile, postulé para entrar al Taller 99.  La Directiva fue bastante amable y revisaron mi dossier para asegurarse de que cumplía con los requerimientos de calidad y oficio necesarios para poder ser miembro artista (lógico, no cualquiera puede aspirar a ser miembro de ese grupo).

Luego de ser revisado y evaluado fui aceptado y entonces comencé a trabajar ahí.  Tuve la suerte de conocer a personas bastante dedicadas y amables, dibujar piedras y hasta hice el tiraje de dos o tres estampas para otros miembros.  Todo iba bien hasta que comenzaron ciertos problemas en la U, donde yo ya no era Ayudante pero podía trabajar como Egresado Memorista y además me habían dado un curso de Dibujo reemplazando a mi amigo Humberto Nilo, que por esa época había dejado su cargo y también un Seminario de Mail Art.

Como los alumnos de grabado veían que yo hacía cosas que a ellos no les habían enseñado comenzaron a preguntarme y yo a enseñarles algunas técnicas simples.  El ver que podía imprimir desde piedras de una manera mucho más sencilla en comparación al método tradicional de la U y el ver que el aluminio no era muy complicado los hizo cuestionar la calidad académica de su profesor oficial y después de un tiempo, entendiendo que su formación tenia muchas carencias redactaron una carta al Decano donde solicitaban que yo les diera un curso complementario de manera oficial.  Y ahí comenzó todo.

Varios de esos alumnos me contaron lo que pretendían, me preguntaron si estaba dispuesto a enseñarles y luego me enseñaron la carta.  Luego de leerla les hice ver que era un documento donde insultaban a su profesor y que eso no era una buena estrategia.  Les sugerí que deberían exponer sus inquietudes de manera educada y directa sin ofender a nadie y así serían escuchados y que claramente yo les enseñaba lo que quisieran.  Redactaron una nueva carta y la entregaron siguiendo el conducto oficial.

Esto no le pareció bien al profesor oficial -que recibió copias de la carta- y de inmediato me llamó «Judas» y me acusó de andar con el serrucho listo, sin querer entender que mi ánimo fue evitar que lo ofendieran gratuitamente y que lo perjudicaran en su imagen docente.  Claro, tampoco podía decirle algo como «pero si no sabes litografía de verdad, ¿qué le vas a hacer?»… pero en fin, esa fue su lectura de los hechos.

Un dia x, estando yo en la biblioteca de la Facultad, me fue a buscar la persona que me reemplazó como Ayudante (un ex alumno mío) diciéndome que sus amos los Profesores querían hablar conmigo.  Entonces los dos personajes que años atrás me celebraban y me firmaban múltiples cartas de apoyo y recomendación y cuyo nombre yo había paseado orgulloso por EE.UU. me acusaron de ser un traidor y me prohibieron entrar al Taller de Grabado.  Y ese fue el fin de mi historia en esa Escuela: terminé el año, entregué mi curso de Dibujo y mi Seminario y corté mi relación con Las Encinas.

Claro que no fue todo: fui expulsado del Taller 99 por «no ajustarme a las reglas de convivencia», lo que significaba que en vez de perder dos horas diarias tomando oncesita en el patio prefería estar en la prensa y eso ofendía a los demás miembros (raro porque nadie nunca reclamó en mi presencia) y además por no querer pagar el dinero de un robo que fue causado por la torpeza de la señorita a cargo, que lo dejó en un cajón sin llave.  Como ella tenía santos en la corte mi ex profe -y miembro de la Directiva- decidió que todos los que estuvimos el dia del robo en el taller debíamos pagar yo me negué y le dije que la culpable era la señorita.  No pagué nada, pero a la semana siguiente la señora Monique , también de la directiva, me comunicó que estaba en calidad de «condicional» y que se veía difícil que me quedara.  Así que le dije que no se preocupara y que me mejor me iba.  Y me fui y hasta ahí llegó mi historia en el Taller 99.

Por cierto, guardo excelentes recuerdos de varias personas de ese Taller, en especial de la nombrada señora Monique y del señor Urbano, que son con quienes mas alterné.  También entendí porqué mis amigos Alfonso, Miguel y Alberto ya no estaban en el taller (problemas con adivinen quién también) y hasta donde sé Mauricio pasó por algo parecido.

Cosas del grabado nomás, taller chico infierno grande.

Luego: una Clase sobre cómo dar Clases (o la venganza del inocente)…

saludos

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Otra Aburrida Litografía – Reverse Edition

Otra Aburrida Litografía – Reverse Edition

Otra Aburrida Litografía – Reverse Edition

Corre 1993… me encuentro estudiando litografía en la U y tratando de trabajar desde planchas de aluminio sin ninguna guía a excepción de aquel viejo clásico  llamado «The Tamarind Book of Lithography»; estoy traduciendo recetas y fórmulas desde ahí y ocupando los manuales que heredé de mi amigo Alfonso Fernández.  Esto porque, según el profe, se trataba de técnicas experimentales que no se usaban porque no eran confiables ni eran útiles y que por lo tanto no merecían ser parte de la malla curricular. En otras palabras porque el profe experto en cuestión no sabía  hacerlo solo se nos enseñaban técnicas reales.

¿Por qué era importante para mí aprender esto? porque había entendido que era necesario dominar la técnica para olvidarla y poder trabajar la imagen libremente.  Tal como dicen los de Sprite, la imagen es todo y los impresos que uno haga deberían siempre mantener toda la calidad que uno originalmente pretendió, y para ello había que desarrollar una buena técnica.  Es tan simple como eso, aunque los tarados que critican la cocina del grabado no lo entienden.  Para ellos mal oficio es sinónimo de creatividad y pésima calidad es sinónimo de ser artista.  En fin.

Volviendo al tema… la imagen de hoy representa un imposible para el dogma de mis años en la U: tomar una plancha de aluminio previamente impresa, preservarla y ser capaz de volver a hacer un tiraje sin perder calidad.  Pues con un buen profesor (profesora en este caso, Eileen Foti) todo se aprende y he acá la prueba de que es posible y queda bien.

Para el record: son las mismas planchas usadas en el post anterior solo que esta vez impresas con otros colores de tinta sobre otro papel – un Arches Negro – y usando la misma técnica de blend que se exigía en esta entrega.  Sí, son trabajos de estudiante pero demuestran que acá no todo lo que se enseñaba estaba al día.

saludos

ILC

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Allá por 1996…

Allá por 1996…

Allá por 1996…

En 1996 era aún Ayudante sin sueldo en el Taller de Grabado de la Universidad de Chile.  Dio la casualidad que ese año se organizó un Seminario en conjunto con la Fundación Andes y Tamarind Institute.  Este Seminario se realizó en tres ciudades de nuestro país (Santiago, Concepción y Valparaíso) y fue dictado por el gran Jeffrey L. Sippel, quien en aquel entonces era el Education Director de Tamarind y su alumno Alfonso Fernández, a quien conocí en el Taller 99 y me había regalado sus manuales de litografía (los que yo traduje al español y hasta donde supe se usaban hasta en Argentina… pero esa es otra historia) y me había enseñado algunas cosas sobre las piedras y su técnica que en la Universidad no se conocían ni de nombre.

La cosa es que luego del excelente Seminario (otro día hablo sobre su desarrollo y contenidos, incluyendo anécdotas y episodios memorables) se organizó una exposición simultánea (aprovechando la característica de serialización del grabado) en Santiago, Concepción, Valparaíso y Albuquerque, EE.UU.  Mi lámina para esta expo es la que se incluye arriba, y tuvo bastante éxito no solo porque técnicamente era de lo mejorcito que hice hasta la fecha (feo que lo diga yo pero es verdad) sino que la imaginería que usaba logró bastante buenas observaciones de parte de los parásitos críticos de arte y se vendieron varias y además de eso fue mi llave para lograr llegar a EE.UU. ya que en 1997 fui invitado a ser alumno en Tamarind y claro, acepté y ahí comenzó todo en serio.

Saludos

ILC

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La última litografía y el fin de una época

La última litografía y el fin de una época

La última litografía y el fin de una época

Lámina correspondiente a la última litografía que hice en Las Encinas como estudiante y fue presentada dentro de mi carpeta para el Examen Final de Grabado (1993) rendido ante la super comisión Académica en el Departamento de Artes Plásticas de la Universidad de Chile.

En el Examen me fue bastante bien y eso me permitió acceder a una corta pero intensa carrera docente en esa casa de estudios que se inició con una Ayudantía de esas Ad-Honorem (las mismas donde a uno lo explotan y le prometen que ya habrá sueldo) que se extendió hasta 1998.

Todo este período de Ayudantía fue bastante grato, había buena relación con los alumnos, con los profesores y con colegas de otras universidades y talleres, pude participar de buenos cursos y seminarios dictados por personajes de trascendencia internacional y finalmente, como broche de oro, fui invitado a EE.UU. a continuar estudiando.

Lo que no sabía era que al regresar a mi país el panorama iba a cambiar radicalmente  por chaqueteo y envidia aunque esa es otra historia.

Saludos

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