Un retrato rapidito en el Taller 99

Un retrato rapidito en el Taller 99

Un retrato rapidito en el Taller 99

Un minipost para mostrar un retrato hecho en el Taller 99 en la misma época en que trabajamos con don José Balmes en una litografía sobre piedra (que se quebró y quedó mejor aún).  Don José no posó, sino que hice apuntes mientras él hablaba y revisaba sus impresos y esto es lo que salió. Obviamente tiene algún retoque pero es en esencia un dibujo alla prima.  Tinta y pincel sobre papel, 1993.

saludos

ILC

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Una historia

Una historia

Una historia

ESTE TEXTO CORRESPONDE A UNA ENTRADA DE MI BLOG DEL AÑO 2010.  HA SIDO REVISADA Y ADAPTADA A LOS TIEMPOS QUE CORREN.

 

En 1996 era aún Ayudante en el Taller de Grabado de la Universidad de Chile. Dio la casualidad que ese año se organizó un Seminario en conjunto con la Fundación Andes y Tamarind Institute. Este Seminario se realizó en tres ciudades de nuestro país (Santiago, Concepción y Valparaíso) y fue dictado por el gran Jeffrey L. Sippel, quien en aquel entonces era el Education Director de Tamarind y su alumno Alfonso Fernández, a quien conocí en el Taller 99 y que me había regalado sus manuales de litografía y me había enseñado algunas cosas sobre las piedras y su técnica.

La cosa es que luego del excelente Seminario (otro día hablo sobre su desarrollo y contenidos, incluyendo anécdotas y episodios memorables) se organizó una exposición simultánea (aprovechando la característica de serialización del grabado) en Santiago, Concepción, Valparaíso y Albuquerque, EE.UU. Mi lámina para esta expo es la que se incluye arriba, y tuvo bastante éxito no solo porque era de lo mejorcito que hice hasta la fecha sino que la imaginería que usaba logró bastante buenas observaciones de parte de los críticos y se vendieron varias y además de eso fue mi llave para lograr llegar a EE.UU. ya que en 1997 fui invitado a ser alumno en Tamarind y claro, acepté y ahí comenzó todo en serio.

Saludos

ILC

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De traiciones y triunfos morales

De traiciones y triunfos morales

De traiciones y triunfos morales

En 1999, de vuelta en Chile, postulé para entrar al Taller 99.  La Directiva fue bastante amable y revisaron mi dossier para asegurarse de que cumplía con los requerimientos de calidad y oficio necesarios para poder ser miembro artista (lógico, no cualquiera puede aspirar a ser miembro de ese grupo).

Luego de ser revisado y evaluado fui aceptado y entonces comencé a trabajar ahí.  Tuve la suerte de conocer a personas bastante dedicadas y amables, dibujar piedras y hasta hice el tiraje de dos o tres estampas para otros miembros.  Todo iba bien hasta que comenzaron ciertos problemas en la U, donde yo ya no era Ayudante pero podía trabajar como Egresado Memorista y además me habían dado un curso de Dibujo reemplazando a mi amigo Humberto Nilo, que por esa época había dejado su cargo y también un Seminario de Mail Art.

Como los alumnos de grabado veían que yo hacía cosas que a ellos no les habían enseñado comenzaron a preguntarme y yo a enseñarles algunas técnicas simples.  El ver que podía imprimir desde piedras de una manera mucho más sencilla en comparación al método tradicional de la U y el ver que el aluminio no era muy complicado los hizo cuestionar la calidad académica de su profesor oficial y después de un tiempo, entendiendo que su formación tenia muchas carencias redactaron una carta al Decano donde solicitaban que yo les diera un curso complementario de manera oficial.  Y ahí comenzó todo.

Varios de esos alumnos me contaron lo que pretendían, me preguntaron si estaba dispuesto a enseñarles y luego me enseñaron la carta.  Luego de leerla les hice ver que era un documento donde insultaban a su profesor y que eso no era una buena estrategia.  Les sugerí que deberían exponer sus inquietudes de manera educada y directa sin ofender a nadie y así serían escuchados y que claramente yo les enseñaba lo que quisieran.  Redactaron una nueva carta y la entregaron siguiendo el conducto oficial.

Esto no le pareció bien al profesor oficial -que recibió copias de la carta- y de inmediato me llamó «Judas» y me acusó de andar con el serrucho listo, sin querer entender que mi ánimo fue evitar que lo ofendieran gratuitamente y que lo perjudicaran en su imagen docente.  Claro, tampoco podía decirle algo como «pero si no sabes litografía de verdad, ¿qué le vas a hacer?»… pero en fin, esa fue su lectura de los hechos.

Un dia x, estando yo en la biblioteca de la Facultad, me fue a buscar la persona que me reemplazó como Ayudante (un ex alumno mío) diciéndome que sus amos los Profesores querían hablar conmigo.  Entonces los dos personajes que años atrás me celebraban y me firmaban múltiples cartas de apoyo y recomendación y cuyo nombre yo había paseado orgulloso por EE.UU. me acusaron de ser un traidor y me prohibieron entrar al Taller de Grabado.  Y ese fue el fin de mi historia en esa Escuela: terminé el año, entregué mi curso de Dibujo y mi Seminario y corté mi relación con Las Encinas.

Claro que no fue todo: fui expulsado del Taller 99 por «no ajustarme a las reglas de convivencia», lo que significaba que en vez de perder dos horas diarias tomando oncesita en el patio prefería estar en la prensa y eso ofendía a los demás miembros (raro porque nadie nunca reclamó en mi presencia) y además por no querer pagar el dinero de un robo que fue causado por la torpeza de la señorita a cargo, que lo dejó en un cajón sin llave.  Como ella tenía santos en la corte mi ex profe -y miembro de la Directiva- decidió que todos los que estuvimos el dia del robo en el taller debíamos pagar yo me negué y le dije que la culpable era la señorita.  No pagué nada, pero a la semana siguiente la señora Monique , también de la directiva, me comunicó que estaba en calidad de «condicional» y que se veía difícil que me quedara.  Así que le dije que no se preocupara y que me mejor me iba.  Y me fui y hasta ahí llegó mi historia en el Taller 99.

Por cierto, guardo excelentes recuerdos de varias personas de ese Taller, en especial de la nombrada señora Monique y del señor Urbano, que son con quienes mas alterné.  También entendí porqué mis amigos Alfonso, Miguel y Alberto ya no estaban en el taller (problemas con adivinen quién también) y hasta donde sé Mauricio pasó por algo parecido.

Cosas del grabado nomás, taller chico infierno grande.

Luego: una Clase sobre cómo dar Clases (o la venganza del inocente)…

saludos

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Esperando Semana Santa II: los tres alegres compadres en el Taller 99

Esperando Semana Santa II: los tres alegres compadres en el Taller 99

Esperando Semana Santa II: los tres alegres compadres en el Taller 99

No recuerdo el mes, pero en algún minuto de 1993 fui invitado (junto a mi compañero Mauricio Concha) a trabajar como Ayudante de Impresión al Taller 99.  Se trataba de un proyecto en el que se harían series de grabados junto a artistas invitados, todo financiado por un tercero, creo que su nombre era Francisco Arroyo.  Era interesante porque se trataba de la primera oportunidad que tuve de trabajar junto a experimentados grabadores cumpliendo la función de Impresores y además era una buena instancia para conocer a destacados artistas (o que por lo menos en esos años eran conocidos).

El Equipo de Impresores del Taller 99 estaba formado por Alberto Zamora (quien era en ese entonces el Ayudante de Grabado en la Universidad de Chile y fue quien nos invitó a participar), Miguel Rodríguez y Alfonso Fernández.  Los gomas ayudantes éramos Mauricio Concha y yo.

Los primeros días fueron lentos: biselar y pulir planchas de cobre, intoxicarse con amoníaco (en mi caso…), cortar papel de impresión y papeles de secado y camisa, preparar barnices, moler resina, limpiar rodillos y dejar todo a punto para la llegada de los artistas.

No recuerdo el orden en que llegaron ni tampoco todos los nombres, pero sé que trabajaron en esto Sergio Lay, Matías Pinto D’Aguiar y don José Balmes.  Para hacer esta parte de la historia corta puedo resumir diciendo que se hicieron varias ediciones largas con grabados a tres o cuatro colores, que aprendí mucho sobre el trabajo de un Impresor conversando y trabajando con los expertos del Taller 99 -los tres personajes ya nombrados- y obviamente entendí lo que es ser parte de un grupo de trabajo afiatado, donde cada uno cumplía su función de la mejor manera y donde todo funcionaba como reloj.  Puedo decir que fue una de las mejores experiencias que he vivido como profesional (aunque entonces no lo era) y que gustoso volvería a trabajar con ese equipo.  Además debo decir que Fernández, Zamora y Rodríguez destacaban por su calidez y amabilidad.  Y por eso subo esta imagen.

Este es un aguafuerte hecho «al azúcar» usando una receta que me enseñó Alberto.  La plancha me fue obsequiada por Alfonso, y es uno de los raros ejemplos que tengo de una lámina hecha en colaboración con otro grabador ya que todo el trabajo de lavis de los fondos fue hecho por Miguel, mientras las figuras son mías.  Creo que es una buena estampa, cuando no tenía el trabajo de fondos era muy fome y con la mano del sr. Rodríguez ganó mucho en dramatismo y peso.  Y además  fue bastante didáctico hacerla.  Por cierto, en la imagen lleva solo mi firma pero una de las cosas pendientes es hacer algún día la Edición oficial con las firmas de ambos, como corresponde.

Así que saludos para los tres expertos del Taller 99 (hoy todos alejados de ese taller por la misma persona razón, lo que no deja de ser coincidencia)  y para el Mauro, a quien le debo una visita y una botella de vino que me exigió.

saludos

ILC

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Allá por 1996…

Allá por 1996…

Allá por 1996…

En 1996 era aún Ayudante sin sueldo en el Taller de Grabado de la Universidad de Chile.  Dio la casualidad que ese año se organizó un Seminario en conjunto con la Fundación Andes y Tamarind Institute.  Este Seminario se realizó en tres ciudades de nuestro país (Santiago, Concepción y Valparaíso) y fue dictado por el gran Jeffrey L. Sippel, quien en aquel entonces era el Education Director de Tamarind y su alumno Alfonso Fernández, a quien conocí en el Taller 99 y me había regalado sus manuales de litografía (los que yo traduje al español y hasta donde supe se usaban hasta en Argentina… pero esa es otra historia) y me había enseñado algunas cosas sobre las piedras y su técnica que en la Universidad no se conocían ni de nombre.

La cosa es que luego del excelente Seminario (otro día hablo sobre su desarrollo y contenidos, incluyendo anécdotas y episodios memorables) se organizó una exposición simultánea (aprovechando la característica de serialización del grabado) en Santiago, Concepción, Valparaíso y Albuquerque, EE.UU.  Mi lámina para esta expo es la que se incluye arriba, y tuvo bastante éxito no solo porque técnicamente era de lo mejorcito que hice hasta la fecha (feo que lo diga yo pero es verdad) sino que la imaginería que usaba logró bastante buenas observaciones de parte de los parásitos críticos de arte y se vendieron varias y además de eso fue mi llave para lograr llegar a EE.UU. ya que en 1997 fui invitado a ser alumno en Tamarind y claro, acepté y ahí comenzó todo en serio.

Saludos

ILC

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