Mi antigua «estación de trabajo» (o sea mi escritorio).
Mi antigua «estación de trabajo» (o sea mi escritorio).
Dedos, mi mano de madera rockera sobre mi viejo escritorio en mi época de Goma pseudo Product Manager en Artel. Una época extraña, un trabajo extraño en el que, sin embargo, aprendí varias cosas que justamente son las que hoy me dicen que no vuelva nunca a lo mismo y que mejor me dedique a aquello que en teoría sé hacer mejor (o sea dibujar y hacer grabados…) y que no me va a causar mas neuras.
En mi escritorio se pueden apreciar objetos como mi antiguo iPod, mi viejo Nokia 3220 (que aún funciona pero no ocupo), servilletas para decoupage, cartas de color y pruebas de tinte, lápices de cera, cajas de pintura para género y madera, toneladas de papeles inservibles, afiches, un frasco de aceite de linaza, un horrible óleo que alguien me regaló y lo típico de oficina (agenda, corchetera, algunos lápices que no escriben, mi tarjetero y claro, la enorme y mal calibrada pantalla crt).
Bajo la mesa se puede apreciar mi computador, una caja llena de pinceles y muestras de brochas y al fondo mi armario, también lleno de diversos productos y materiales de arte y dibujo que nunca llegué a ocupar.
Dentro de lo bueno es imposible no reconocer a los buenos amigos que hice dentro (Baeza, Cortés, Videla, Herreros, Rodríguez, Neira, Anita…) y al tristemente célebre RCDSM. Las salidas donde la Tía a comer, las escapadas al litoral y otras maneras de promediar no se olvidarán jamás.