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El pasado domingo 27 de junio el gran Alberto Zamora se hizo presente en Aguafuerte para una simple demo de Litografía sobre Plancha de Aluminio (o Algrafía, como le llaman ahora). Alberto, creo yo, debe haber pensado algo como «el Iván estudió en Tamarind, así que me voy a la segura con él».

Primero Alberto dibujó sobre una plancha graneada manualmente el día anterior por mí mismo. La plancha fue hecha a la rápida, el grano no era perfecto y además presentaba uno que otro rayón. No importa.

Una vez que el dibujo estuvo listo -lápiz litográfico Korn’s, Tusche en pasta Stones- procedí a efectuar el proceso de Acidulado, algo sencillo y, a pesar del mito «místico» tan común, bastante científico. Talco, goma, TAPEM, 50/50 y una mezcla más caliente con pH 1.5 . Rebaje. Todo va bien. El levantado (proceso que consta de dos partes: wash out y roll up) fue normal: goma, solvente, mas solvente, asfalto, agua… todo iba bien.

Luego el entintado con la inmortal Graphic Chemical Roll Up Black. Rodillo cargado, plancha húmeda… y la lesera simplemente reventó por todas partes. Calma. La negra plancha yacia en la platina de mi prensa y pensé «claro… es que no le saqué el óxido… qué tonto». Se lo comuniqué a un perplejo Zamora y le dije, canchero: «ok Alberto… dibuja otra».

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Esta vez decidimos usar la artillería pesada: una plancha Takach legítima, sobreviviente del Seminario de 1996 ofrecido por Jeff Sippel. Se le quitó el óxido como corresponde y entonces Zamora nuevamente dibujó. Apliqué los ácidos con más cuidado, levanté cariñosamente y decidí no aplicar asfalto sino que un poco de tinta en una parte de la placa. Al entintar subió a medias, y no hubo forma de recuperarla.

A esas alturas mi orgullo ya estaba herido y estuve a punto de quitarme mi delantal famoso pero Alberto me convenció de volver a intentarlo. Para hacer esto corto… otro fracaso. Usamos otra placa Takach. Esta vez no solo le sacamos el óxido sino que además la sensibilizamos. Alberto una vez más dibujó. Se repitió el proceso de acidulado con más cuidado, se volvió a levantar y esta vez la imagen simplemente no subió jamás. Mientras lo normal al hacer esto mal es irse a negro en este caso la placa fue imposible de reventar. Invocando a titanes de la litografía y a otras deidades noté que mis esfuerzos no fructificaron. En este momento ya estaba perplejo, sin lograr entender lo que pasaba. Una cosa es reventar una placa, pero otra distinta es no poder levantarla.

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Como a esas alturas la confianza ya había menguado y me sentía como un impostor vistiendo el sagrado hábito de Tamarind quise probar con una plancha hecha por mi con anterioridad, y para mi sorpresa (y tranquilidad) funcionó de manera perfecta. Alberto pudo obtener las imágenes que deseaba, tomamos una impresión y mi orgullo se restauró levemente. De cualquier manera me quedé hasta tarde probando otras placas con buenos resultados.

¿Cual habrá sido la causa de las fallas? ¿la vejez de las placas (casi 15 años)? ¿la goma arábiga descompuesta por no tener fenol (tuve que colarla para sacarle moho)? ¿que Alberto sea yeta? Algún día lo sabré.

Así que como ven, todos tenemos malos días.

Saludos

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